Mientras almorzábamos le decía que tenía que portarse bien, obedecer al Jefe del grupo, que si en la noche sentía tristeza o miedo le pidiera a Dios que le diera calma y tranquilidad; que cuidara su cuerpo....
Debo decir que me mostré digna, calma, bueno... relativamente, durante el día, hasta que Marcos lo fué a dejar al punto de reunión. Lo que me deja tranquila es verlo irse feliz, dichoso por esta nueva experiencia que vivirá.
Señor, protégelo, a tí te lo encomiendo, de corazón.
1 comentario:
Un gran aconteciomiento para él - y para ti. Es un orgullo verlos hacerse mayores, dar pasos en el camino a su individualidad e independencia, a la vez que sentimos pena y preocupación por eso mismo...
Un abrazo
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